sábado, junio 23, 2007

Sembradores de cenizas

Por: Rafael Hernández Bolívar

Augusto Mijares, el célebre historiador venezolano estudioso del pensamiento y la acción de Simón Bolívar, en el memorable ensayo “Lo afirmativo venezolano” somete a una crítica demoledora la actitud de algunos venezolanos que se dedican a expresar las peores opiniones sobre nuestra nacionalidad y su gente. “Sembradores de ceniza” los llama Mijares; esto es, cultores de la esterilidad, de lo que no puede puede dar vida ni reproducirse. Son los que creen que mientras peor se expresen de sus compatriotas mejor lucen sus propias virtudes. Son quienes se empeñan en deprimir a los otros, colocándoles remoquetes como sombras y obligándoles a luchar contra fantasmas e imágenes que no le pertenecen.
Se mueven en los diferentes círculos y todos hemos conocido a más de uno de los miembros de esta especie. Hay quienes aún pensando así, se abstienen de expresar abiertamente sus opiniones. Pero, modelan su conducta y toman sus decisiones sobre la base de estos prejuicios distorsionadores y atrasados (racismo, eurocentrismo, alienación, atavismos psicológicos, etc.).
De vez en cuando, salta uno de ellos a la palestra. Recientemente dos señoras, en calidad de “expertas”, lanzan sus improperios y descalificaciones: “los venezolanos son flojos”; “es nuestra identidad”, han dicho de manera rotunda. Más aún, apelan a sus orígenes (italiano, en un caso, y francés y alemán, en el otro) para salirse del saco y poner distancias con el resto de los venezolanos.
En estas circunstancias, particularmente en el caso de la conductora del programa, Beatriz de Majo, -en el caso de la señora italiana parece privar más la ignorancia y el prejuicio racista- la acusación ya no es inconciente ni inocente. Persigue justificar nuestros males presentes: Pobreza, miseria, delincuencia, subdesarrollo, etc. tendrían más que ver con la supuesta flojera del venezolano que con el sistema de explotación y expoliación que ha sufrido Venezuela a lo largo de los siglos, al amparo de gobiernos cómplices y antinacionales. De esta manera, los esfuerzos de justicia y redistribución de las riquezas que impulsa la Revolución Bolivariana no es más que prédica demagógica que pretende que los “flojos” arrebaten a los “trabajadores” el fruto de su trabajo.
Por eso, la respuesta ante la infamia no debe ser demostrar que el venezolano es un pueblo trabajador. Eso es evidente. Debemos responder señalando las raices ideológicas de tales descalificaciones, más alla de sus eventuales voceros.

sábado, junio 09, 2007

Que nadie cante victoria

Por: Rafael Hernández Bolívar

Con estas palabras advirtió el Presidente Chávez las dificultades y los ataques que confrontarán los revolucionarios en los días por venir. Quiero hacer mía esta advertencia; pués, entiendo que la confrontación ideológica surgida a raíz de la no renovación de la concesión de RCTV a puesto de manifiesto no sólo la agresividad y recursos de sectores opositores criollos e internacionales sino que también reveló mucho de las deficiencias y torpezas del lado de la revolución.
Comencemos por admitir que efectivamente las marchas estudiantiles de los días anteriores fueron numerosas y que sus participantes estaban convencidos de que su protesta era por la libertad de expresión y la democracia. ¿Cómo gran cantidad de jóvenes asumen la defensa de la reacción y terminan confundiendo los intereses particulares de Marcel Granier con el ejercicio colectivo de la libertad de expresión? ¿Por qué los argumentos de los sectores revolucionarios fueron ignorados o rechazados por estos jóvenes?
El episodio de la Asamblea Nacional mostró que la oposición no tiene argumentos. Pero también puso de manifiesto que debemos confiar más en los jóvenes revolucionarios que presentaron batalla esgrimiendo razones y alimentando sus discursos con la convicción de estar construyendo una patria justa, democrática y participativa. Demostraron que no hay que esquivar la confrontación ideológica y que hay que aprovechar cualquier escenario de discusión para exponer las razones de la revolución.
Más aún, enseñaron el camino que hay que seguir: La discusión argumentada, democrática y pacífica promoviéndose en el seno del pueblo, reconociendo a nuestros oponentes como iguales, escuchando sus planteamientos y dando respuestas a la incertidumbre. En esas circunstancias ganaremos todos, ganará la revolución incorporando perspectivas y posiciones diferentes que se integran en un mismo proceso de transformación.
Y esto no significa que no estemos alerta en relación a la reacción troglodita y apátrida que se mueve tras bastidores. A la par de combatirla, debemos dar el debate que gane a las grandes mayorías para la Revolución. No podemos abandonar ningún sector de la población a la perniciosa influencia de la reacción y el imperialismo.